Dicen que un libro se empieza con ilusión y se termina con melancolía... Hoy comenzamos el blog de ESTUDIODECINE escuela de cine digital Barcelona. No sabemos qué dicen de los blogs ni cómo acabará éste... pero de lo que estamos seguros es de que hoy por hoy lo abrimos con mucha, pero que mucha ilusión.
Debía ser a principios de los 90. Mi hermana y su amiga Claudia actuaban en un festival de danza. Mi madre me comentó que mi tío se acababa de comprar una cámara de vídeo, y que podríamos pedírsela prestada para grabar la actuación de mi hermana.
Mi tío me recibió contento y orgulloso de que su cámara estuviera tan solicitada. Para mí era un artilugio completamente desconocido. Salimos al balcón y estuvimos probando el Zoom. Al apretar un botón, se escuchaba un motorcito y todo se hacía más grande. Empezó a explicarme, o más bien, a recitarme todas las especificaciones técnicas que le habían contado en la tienda. Recuerdo que insistió especialmente en un detalle: enfocaba automáticamente. Yo no sabía qué era eso de "enfocar", pero la parte "automáticamente" me dejó más tranquilo.
Llegó el gran día. Yo estaba ilusionado y no desengachaba el ojo del visor. Desde ahí podía espiar a todo el mundo a base de Zoom in y Zoom out. Mi madre venía acompañada por Montse, madre de Claudia, que mostró un gran interés al verme con la cámara de vídeo. Se acercó a mí y me dijo: "¡Qué bien que hayas traído una cámara!, oye, a ver si me coges un buen primer plano de mi hija".
Aquí cambió la situación. Acababa de recibir mi primer encargo como realizador de audiovisuales. Yo no sabía qué era eso de un "primer plano" supuse que quería que su hija saliera bien y bien guapa y respondí que no habría ningún problema.
El espectáculo estaba a punto de empezar. Apagaron las luces de la sala y encendieron las del escenario. Los niños y niñas mostraban un aspecto angelical y relajado. Los padres y madres parecían más nerviosos. Pulsé el botón rojo de la cámara. El indicador PAUSE parpadeó como un semáforo en ámbar para dejar paso al REC. Comenzó la música y la coreografía. Fui rastreando a través de mi visor en blanco y negro hasta que reconocí a Claudia, la amiga de mi hermana. Realizaba con soltura los pasos de baile mientras no paraba de sonreír. Mi hermana en cambio intentaba seguir con más o menos acierto la compleja coreografía. Se veían muy pequeñitas, confundidas con el resto. Así que busqué con mi dedo el botón del zoom y comencé a escuchar el motorcito. Pero conforme sus rostros aparecían más grandes, también se veían más y más borrosos. Algo no marchaba bien. Di marcha atrás al Zoom. Volví a intentarlo más despacito pero ocurría siempre lo mismo... cuando accionaba el zoom, lo que grababa no era otra cosa que una masa informe de cuerpecitos no reconocibles.
Intenté mantener la calma. Revisaba los mandos de la cámara mientras me parecía oír a mi tío hablándome de aquello del enfoque automático. El baile tocó a su fin y yo no había conseguido grabar nada que valiera la pena. Montse, la madre de Claudia estuvo pidiéndome durante un tiempo la cinta, pero nunca se la di.
A partir de aquella experiencia aprendí lo que era el enfoque. Y de como la profundidad de campo disminuye cuando hacemos Zoom Aprendí que el enfoque automático puede ser un buen amigo cuando estás haciendo turismo, pero no es recomendable para un proyecto de verdad.
En ESTUDIODECINE sabemos que la mejor forma de aprender es a través del error. Por eso nuestros alumnos se enfrentan desde el primer día de clase a los rodajes. Al principio colocando la cámara en modo "automático" y al cabo de unas semanas asumiendo ya la responsabilidad de tomar ellos mismos todas las decisiones.
Aquí os dejamos algunas de las primeras prácticas de nuestro CURSO SUPERIOR EN CINE DIGITAL 2009/10
Adiós, realizado por Luis Felipe Rubiás
Introyección, realizado por José López Espinosa
Te perdono, realizado por Maria Verónica Figuera